Ma` que meteoro pegaso, acá tene’ la técnica posta del Capitán. - Cruz Ardiles
Mauricio Troncoso era su nombre. Otro de los miles de abusivos de la escuela con los que tuve que vérmelas, aunque este parecía ser un hueso muy duro de roer.Lo más molesto es que me tenía de punto, siempre ligaba yo, incluso cuando no había nadie observando o prestando atención: siempre era un buen momento para molestarme o golpearme.
El límite fue el día en que yo, muy contento, venía con un muñequito de Goten que había comprado en un todo x 2 pesos. Ese muñequito era muy difícil de conseguir, ya que todos lo querían porque pensaban que era Goku de niño. Mientras lo enseñaba a mis compañeros, vino por detrás y me lo arrebató, sin decir ni una palabra, terminó por empujarme al suelo, soltó una carcajada burlona y se fue impunemente.Yo ya tenía los huevos llenos, entonces sin pensarlo y ciego de furia, lo agarré de los pelos .Él era el triple de mi tamaño y era 2 años mayor, así que su poder de pelea estaba fuera de mi alcance; yo era como una mosca tratando de atravesar una puerta de Blindex.Cuando me golpeó y volé por los aires como una servilleta en un tsunami, me di cuenta que le había dado la excusa perfecta para que me diera una paliza, siempre que me golpeaba y yo evitaba defenderme, no quería provocarlo… pero ese día exploté sin medir las consecuencias.
Fue entonces cuando me di cuenta que no podría ganarle, era demasiado grande, demasiado fuerte, llevaba la ventaja. Estaba acorralado, nadie vendría a ayudarme tampoco, era como un esclavo desarmado peleando contra un león, y los demás eran los espectadores del coliseo, aullando como perros cimarrones, solo querían ver un cuerpo siendo masacrado, no importaba cuál, solo eso. Entonces, junté fuerzas para levantarme del suelo, me fui a un rincón para tener tiempo suficiente para serenarme y pensar qué podía hacer. No estaba todo perdido, no, solo tenía que pensar rápido. Pero en un momento así ¿de qué te sirve ser inteligente? Tampoco estaba seguro de serlo en ese momento, únicamente zafar era el arma que podía salvarme… ¿cuál? ¿Qué se hace en una situación así? ¿Qué sabía yo sobre ese rival? ¿Cuál era su punto débil?
Fue cuando se acercó -lentamente a darme el golpe de gracia para terminar con esto- que descubrí, casi milagrosamente, el tipo de estrategia más poderosa y efectiva para ese momento: La ofensa verbal.Es un arma de doble filo, no siempre efectiva: hay que conocer bien al rival si es que vas a usarla. En este caso, un alfeñique como yo conocía bien la historia del abusador, conocía sus fibras sensibles: gracias a los chismes que mi padre estaba habituado a escuchar en el hospital del pueblo, yo sabía sobre su vida y sus problemas más de lo que cualquiera pudiera pensar.
Fui por todo o nada. Si mi ataque de ofensa verbal no daba resultado, iba a masacrarme de todos modos. Yo ya estaba resignado. Iba a lanzar mi última ofensiva y que sucediera lo que tuviera que suceder. Prefería morir a golpes a ser humillado pidiendo perdón a este monstruo. Respiré profundo, tomé aire, y subí mi tono de voz para asegurarme que todos allí lo oyeran:
-Yo sé que sos muy grandote y te creés muy malo porque nadie se anima a pelear con vos, pero también sé que no podes controlar tus esfínteres ¡y usas pañales!
Milagrosamente, dio resultado. Lo desconcerté, lo puse nervioso, lo saqué de su juego y lo hice entrar en el mío.
-¿Cómo sabés eso? ¡ES MENTIRA!
-No, me lo dijo mi viejo, y en el pueblo todos lo saben, te hacés caca Mauricio.
-¡DEJÁ DE INVENTAR COSAS!
-¡Te pusiste colorado! ¡Es verdad! ¡te cagás en los pantalones! ¡ESCUCHEN TODOS! ¡MAURICIO USA PAÑALES!
Ahi fue cuando todos empezaron a reírse. Él se distrajo tratando de golpear a otros para no perder el halo de respeto/miedo que había sembrado… pero era tarde, todos sabíamos su escatológico secreto.
Y más evidente se hizo cuando comenzó a llorar.
A partir de ese día, dejó de sembrar el terror entre los alumnos y, sobre todas las cosas, me dió paz a mí.
Debo decir que mi supertécnica de la ofensa verbal no siempre dio el resultado esperado, como dije antes, es un arma de doble filo, es una ruleta, puede que haga llorar a un demonio o puede hacerlo enojar tanto que va a cagarte a piñas. Eso sí, si sabés elegir con qué vas a defenderte, aunque te maten si tu estocada dio en el corazón, es como matar 10 veces mas...